lunes, 29 de junio de 2009

El Hereje


Miguel Delibes demustra en esta novela que es un ESCRITOR con mayúsculas. Que es un creador que mediante el manejo del lenguaje, reproduce con notable exactitud, el desconocido y lejano ambiente de la Castilla del siglo XVI. Presenta frases perdidas y olvidadas del castellano, se recrea en viejas palabras, como si fueran conocidas, actuales; a pesar de no ser de uso común. Estas hermosas palabras, puestas en el papel por Miguel Delibes, enriquecen la historia que nos cuenta.
Es un libro que permite el reencuentro con el castellano más auténtico, manejado con precisión por este gran escritor vallisoletano. El lenguaje y su composición son claros, ligeros; las frases fluyen, con un ritmo de narración exquisita, y te van sumergiendo dentro de ambiente de la Valladolid del año 1.517, con esa austeridad propia de la meseta. Los textos no llevan ni una palabra de más, sólo las estrictamente necesarias, Destaca la riqueza de vocabulario empleado. Delibes nos muestra la riqueza del lenguaje de su tierra.
Novela vital, histórica, muy particular: nos cuenta la vida de Cipriano Salcedo, vallisoletano nacido el mismo año en el que Martín Lutero fijó sus noventa y cinco tesis contra las indulgencias en la puerta de la iglesia de Wittenberg, coincidencia que marcará toda su vida. Esta novela histórica nos lleva desde el nacimiento de Cipriano hasta su muerte en la hoguera acusado de herejía, a través de los hechos acontecidos en su vida y la de sus allegados, presentándonos sus tribulaciones morales con respecto a la religión y a la moral como eje fundamental de su trayectoria vital. Nos arrastra, con su prosa mágica, a vivir sus preocupaciones con respecto a la existencia o no del purgatorio, haciéndonos sufrir con los problemas de conciencia que le provocan los vaivenes de su proceder con respecto a sus familiares, asalariados, esposa y amigos, y llevándonos por las calles de Valladolid, junto con Cipriano y los de su grupo, para morir abrasados en la hoguera.
Novela extensamente documentada, cuyo clímax final contrasta con el transcurso plácido de la narración, en el que la tragedia y la ternura se mezclan dejando un regusto amargo. Novela redonda, exacta, calibrada en sus más mínimos detalles, rica en vocabulario, que se lee sin esfuerzo aparente, de prosa fuerte, perfecta y sobre todo, moralmente profunda. A ser paladeada como un buen vino.

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho esta novela, el final, pese a ser triste, es austera, real, de un dialogó directo, y trazada con bastante detalle, cómo debió de ser un auto sacramental en el Valladolid de la época, con Felipe II presidiéndolo; lo dura que era la inquisición, sobre todo para defender a la iglesia romana, al Papa. Las ideas casi no les importaban, lo importante es mantener la fidelidad de las masas, del grupo, como ejemplo: es la esperpéntica la fijación por parte de los dominicos para que se arrepintiera Fray Domingo de Rojas en extremis al ser quemado. Los reyes podían hablar, tener sus pinitos con las ideas protestantes, como fue el caso del padre de Felipe II: Carlos I; pero el resto de los mortales tenían que ser fieles al poder y acatar sus ideas, las que el rey disponía. Los personajes están muy bien dibujados, sus motivaciones, los fundamentos de sus caracteres, de acuerdo a las costumbres de la época, como la relación con su padre. El lenguaje es rico, emplea términos antiguos que describen muy bien las situaciones, y son auto explicados en el contexto de la obra. En definitiva en una buena novela histórica, que nos sumerge y cuenta cómo debió funcionar la represión en ese tiempo.

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